Ven para acá me dijo dulcemente
mi madre, cierto día,
aún parece que escucho en el ambiente
de su voz la dulce melodía
Ven y dime qué causas tan extrañas
te arrancan esas lágrimas, hijo mía,
que cuelga de tus trémulas pestañas
como gota cuajada de rocío.
Tu tienes una pena y me la ocultas;
¿ No sabes que la madre más sencilla
sabe leer en el alma de sus hijos
como tú en la cartilla?
¿ Quiéres que te adivine lo que sientes ?
Ve acá pilluela
que con un par de besos en la frente,
dispararé las nubes de tu cielo.
Yo, prorrumpí a llorar; nada, le dije;
la causa de mis lágrimas lo ignoro,
pero de vez en cuando se me oprime
el corazón y lloro.
Ella inclinó la frente pensativa,
se turbó su pupila
y ejuagando sus ojos con los míos
me dijo más tranquila.
Llama siempre a tu madre cuando sufras
que vendrá muerta o viva;
si está en el mundo a compartir tu pena
si no, a consolarte desde arriba.
Y así lo hago: cuando la suerte ruda
como hoy, perturba de mi hogar la
calma invoco el nombre de mi madre amada
y siento entonces que se me ensancha
el alma
V.Andrade
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